miércoles, 21 de octubre de 2009

El nombre

El nombre debe ser acorde a la identidad que nos plantea­mos. Podemos darle a nuestra marca un perfil muy dife­renciado ya desde la manera de nombrarla. Evocará rega­los y objetos de alguna zona del país o del mundo, si la lla­mamos con un nombre europeo, americano o local. O apa­recerá como un producto típico si la llamamos con un nombre que refiera a la localidad donde se fabrica.
También puede incrementarse ese toque de nostalgia que suele tener lo artesanal desde el apelativo (así como a las pastas caseras se las suele llamar "de la abuela" o a los vie­jos licores "del abuelo").
En fin, las posibilidades son tantas como tantos los em­prendedores y sus emprendimientos. Lo recomendable es sentarse a "pensar la situación" con los socios y ayudantes en este proyecto, porque en estos casos no sólo es cierto que muchos ojos ven más que un par, sino que es importante que desde el vamos se cimienten los valores de la participación para la construcción de la identidad de mar­ca de la que hablábamos al principio.

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