Uno se implica en el reclamo del cliente y es receptor de su frustración, lo que genera un evitable desgaste físico y emocional.
Por todo esto, es siempre más "económico" en todos los aspectos (y no sólo en el monetario) evitar prometer u ofertar aquello que no podemos asegurar. Si bien en el mundo de los negocios se estimula y se premia el espíritu aventurero, nunca debe confundirse éste con el ánimo temerario o simplemente irresponsable.
En el mundo de las empresas exitosas, lo prometido es deuda. Y las deudas se honran siempre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario